El rincón de…

Jesús Sánchez, cocinero con una estrella Michelín: “Mi rincón favorito de Cantabria es la estación de tren de Villaverde de Pontones”

jesus-sanchez-estacion-villaverde-de-pontones Llegamos al Cenador de Amós y desde la entrada vemos a Jesús Sánchez trasteando en la cocina. Son las 17,30 de un miércoles soleado. Acaba de terminar el servicio. Nos saluda por la ventana con amplia sonrisa y gorra puesta y sale a recibirnos. En el delantal hay manchas de comida que delatan que es de lo que se arremangan. Y debe de hacerlo con mucha intensidad porque conservar una estrella Michelín durante 20 años es tarea difícil. “Tener estrella te obliga a trabajar con un plus de calidad, entrega y observación. Cada año tienes el reto de optar a la segunda. Es una liga en la que jugamos y aceptamos sus normas y lo mejor es que seguimos con la misma ilusión que al principio”, nos dice.

Vamos caminando hacia la estación de tren de Villaverde de Pontones, el rincón favorito que ha escogido de Cantabria, y se produce un momento mágico. Estar en el sitio justo en el momento oportuno. Escuchamos el pitido de un tren. A darse prisa para captar el momento. “Con los pocos trenes que pasan por aquí”, carcajea Jesús. Y voilà. Aquí está la foto.

A veces la vida es subirse a un tren. Justo lo que le pasó a Jesús para desembarcar en Cantabria. Es navarro, de Azagra, y cuando trabajaba en Madrid le ofrecieron llevar los fogones de El Molino, cuando ya tenía estrella. Cansado de la gran ciudad llegó a Puente Arce en el 89. Otro tren pasó en el 93 cuando a su mujer le contaron que en Villaverde de Pontones había un restaurante que se llamaba El Pedroso. Fueron a verlo y se enamoraron del sitio. Empezó la aventura del Cenador de Amós. Y la construcción de varias vías de ingresos para mantener el romanticismo de cocinar alta gastronomía: tres cartas para diferentes perfiles de cliente, eventos, bodas y un aula de cocina gastronómica. En 2014 Jesús Sánchez también llevará las riendas del restaurante del Centro Botín. Allí hará una cocina urbana de entre 20 y 40 euros por comensal, divertida, que transitará entre la tradición y lo canallesco.

Jesús Sánchez se sienta todos los jueves por la tarde con su equipo. Es la disciplina de trabajar en el proceso creativo. “A veces las ideas salen en estos momentos y otras veces te asaltan. Recuerdos de sabores que ligan con momentos, viajes o lugares”, nos cuenta Jesús. “Todas las ideas valen, después hay que trabajarlas. Un plato se crea y después evoluciona, se transforma. Ahora estoy apasionado con las texturas, hemos hecho una gominola de remolacha que no es dulce, y con la fusión y conjunción de ingredientes que hemos experimentado en una cococha de pil pil de foie”.

La propuesta Pasión de este año es un viaje por Cantabria. “Va desde la anchoa hasta el sobao y hay sorpresa, sugestión y producto. En medio hay pollo, lubina, bogavante, tomate, bacalao, chuletón, patatas… el 40% en formato tapa”. 78 euros. En la propuesta Emoción, de 58 euros, se revisan los grandes éxitos de su cocina y algunas de las tapas de este año. En el menú Tradición toman protagonismo los platos tradicionales de Cantabria. Caricos, cachón, bacalao por 38 euros.

Lo que sobre todo se respira en su cocina es alegría y emoción. Todo su equipo posa encantado en la foto. Y producto. El de los agricultores, ganaderos y pescadores de Cantabria que nos reciben en formato foto a la entrada del restaurante. Salimos al jardín y nos despedimos de Jesús. Su padre está dando un paseo por la finca. Se saludan. Dentro de poco es hora de cenar.

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Charo Baqué, consejera delegada de Café Dromedario: “Mi rincón favorito de Cantabria es la fábrica de Dromedario porque es lo que me ha unido a esta tierra”

cafe-dromedario-charo-baque Abres la puerta de la fábrica de Dromedario y te inunda el olor a café. Te recibe una tostadora antigua y al subir las escaleras te encuentras con una vidriera en la que posa tranquilo un dromedario amarillo y publicidad antigua de la marca. En pocos pasos ya estás envuelto en la atmósfera de la compañía. Nos recibe sonriente y con una pasión que desborda Charo Baqué, consejera delegada de Café Dromedario. ¿Y qué es lo primero que hacemos? Pues tomarnos un cortado para romper el hielo. Buenísimo, por cierto. La excusa era que nos contara su rincón favorito de Cantabria y de paso nos dio una master class sobre café. “Esta fábrica es mi rincón de Cantabria. Es lo que me une a ella” y la que le hace volver cuatro o cinco veces por semana. Natural de Durango duerme allí todos los días y viene conduciendo hasta la recta de Heras durante algo más de una hora. En la visita paseamos por todos los rincones de la fábrica mientras Charo nos explica mil y un secretos del café y la historia de la compañía que dirige. Empezamos.

  • Café Dromedario se funda en 1871 en Santander por Antonio Fernández Baladrón, un prohombre de la época. Tenía la concesión del azúcar que llegaba a puerto y participó activamente en la modernización de Santander. Fue presidente de la Cámara de Comercio en dos ocasiones, Concejal de Hacienda, fundador del Ateneo, miembro de las comisiones que gestionaron la construcción del palacio de la Magdalena y el Hotel Real, entre otras muchas iniciativas.

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  • Este es uno de los libros de contabilidad de Café Dromedario fechado en 1887. Si os fijáis hacia la mitad del libro leereis 1 @ de vino. En aquella época eran mas innovadores y pioneros que nosotros. También hay apuntes sobre gastos de la casa, algo impensable en la actualidad. Es increíble el buen estado de conservación.

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  • Charo Baqué ya tiene pensado montar un pequeño museo en la fábrica donde recoger todas estas reliquias que se conservan. Tarros de café de hace un siglo, billetes de la época… historia viva de la marca.

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  • Actualmente Café Dromedario forma parte del grupo cafetero constituido por Cafés Pozo, Cafés La Tostadora y Cafés La Brasileña. Su mercado abarca Cantabria, Castilla y León, Madrid, País vasco, Navarra, La Rioja, Cataluña, Andalucía… El grupo se sitúa, por facturación entre las cinco primeras empresas cafeteras de capital español y coloca en el mercado más de 750.000 tazas diarias.

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  • Aquí tenemos a Charo, a José Luis, director comercial, a Marisa, hermana de Charo, y a Begoña en plena cata de cafés. En este laboratorio es donde se hacen las pruebas para que Café Dromedario tenga la mayor calidad posible. Y tienen un paladar de primera porque han ganado campeonatos de España de cata y quedan en los primeros puestos cuando compiten a nivel mundial. En estas tazas había una mezcla de hasta siete cafés distintos. Y vaya diferencias de sabor había entre unas y otras. Nosotros también catamos.

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  • Existen dos variedades de café: el arábica, con el que Dromedario trabaja, y el robusta, que copa el 65% del mercado nacional. El bueno es el arábica. Tiene tres veces menos de cafeína y cuesta tres veces más caro. Aquí está la solución al por qué una taza de café a las siete de la tarde te deja dormir y otra no. Si duermes has tomado arábica si no robusta. El arábica tiene suavidad en el paladar, el robusta tonos de madera e incluso petróleo. Un consejo, a partir de ahora, pidan arábica. Disfrutarán mucho más de su taza de café. Estos sacos son de cafés excepcionales, de finca, con los que están realizando pruebas para sacar al mercado alguna línea para locos del café.

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  • ¿Cómo y dónde se compra el café? En la bolsa de Nueva York y de Londres. El arábica cotiza en Nueva York y el robusta en Londres. Café Dromedario junto con otras diez marcas tienen una central de compra en Madrid que está pendiente de las cotizaciones para ajustar todo lo posible sus costes. El 80% de la compra de café mundial es pura especulación.

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  • Llegamos a las líneas de fabricación. Esta gran máquina marrón es la tostadora. Hacen tuestes de 240 kilos, con una pérdida de 40 kilos por el camino. El café se seca en el proceso y por eso pesa menos. Tardan en tostarlo unos 12 minutos. Hay que enfriarlo para seguir el proceso.

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  • Después el café pasa por una especie de gran ventilador que lo hace flotar y que tiene en la base dos grandes imanes que recogen todo lo que no es grano. Nos dice Charo que en cafés de Nicaragua han encontrado balas y cuentas de los collares y pulseras de las mujeres recolectoras. Este proceso garantiza que todo lo que llega al paquete final es sólo café.

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  • Toda la maquinaria se controla desde este ordenador. Tienen otro que guarda el secreto de la casa. La curva de tueste en la que se introducen todas las variables para que Café Dromedario siempre sepa igual. El café, como la uva, es un organismo vivo. Aunque compres el café siempre en la misma finca tendrá variaciones de sabor, mayor o menor acidez. Los consumidores entendemos que el vino cambie de sabor en cada añada pero no lo toleramos en el café. Aquí lo que se valora es la homogeneidad en el sabor y para ello se mezclan cosechas, cafés recolectados en diferentes lugares…

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  • Llega la gran pregunta. ¿Cafe molido o café en grano? Charo Baqué recomienda el café en grano porque en el proceso del molido se pierden aromas. Al molerlo el café suelta CO2 que hay que desgasificar durante siete horas. Después ya se puede envasar al vacío. En este tobogán se comprueba que los envases no tengan ningún microporo para que el producto llegue en perfecto estado al consumidor.

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  • Café Dromedario ya está listo para salir al mercado. Ahora llega el momento del barista, el chico o la chica que te hace el café. Es todo un arte. Los que hayáis viajado por Italia os habréis dado cuenta de que en las cafeterías hay una persona dedicada exclusivamente a la máquina de café. La presión de la cafetera, la cantidad de café por taza, la composición del agua… todo influye en el sabor. Café Dromedario encabeza un nuevo movimiento barista que intenta dar formación a los hosteleros para que la calidad de su café no se pierda al llegar a la taza. La formación en este campo es básica nos dice Charo. Por eso tienen un aula de formación donde imparten cursos gratuitos.

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  • Aquí acabamos nuestro viaje por Café Dromedario. Pero vamos a volver a los principios porque somos amantes de los pioneros. El café nació en Etiopía y después pasó a Yemén, Java y Sumatra que eran colonias holandesas. Ellos trajeron a Europa unos esquejes que plantaron en un jardín botánico de Holanda. Un científico parisino se interesó por la rara planta y les pidió un par de cafetos para llevar a Francia. Se los dieron. Francia, por aquel entonces, tenía en su poder Las Antillas y un navegante de la época llevó en su barco esos cafetos para ver si se podía introducir la planta del café en las Antillas. La navegación estuvo llena de obstáculos pero los esquejes llegaron sanos y salvos gracias a que el navegante les regó hasta con su propia agua de beber. Los cafetos florecieron en las Antillas, el cultivo se hizo extensivo y el café llegó a Europa en gran cantidad. El barco que llevó los dos esquejes hasta las Antillas se llamaba El Dromedario.

El rincón de Enrique Torre Bolado, alcalde de Piélagos: “En este recodo del Pas veo lo mismo que mis antepasados hace 3.000 o 4.000 años”

enrique-torre-bolado-alcalde-pielagos Enrique Torre Bolado, alcalde de Piélagos, nos lleva a su rincón favorito de Cantabria. Es un recodo, junto a la orilla del río Pas, totalmente salvaje. “Me gusta estar aquí porque es un lugar que estaba igual hace 3.000 o 4.000 años. No se ve ni un poste, ni una edificación, nada que nos haga pensar que estamos en el siglo XXI. Tengo delante de mi el mismo paisaje que miraban nuestros antepasados y esto es lo que más me gusta del lugar. Vengo siempre que puedo porque aquí mi cabeza vuela”, nos cuenta. Estrenamos con Enrique Torre una nueva sección de El Tomavistas en las que personas con relevancia social de la región nos llevarán a ese punto de Cantabria donde encuentran la felicidad, la inspiración, los sueños o son un refugio para su alma.

El alcalde de Piélagos mira hacia atrás y no nos sorprende porque muchas horas de ocio las ha dedicado a escudriñar en la historia de los pueblos por los que transita y vive. Maestro de profesión es autor o coautor de más de una decena de libros que rescatan del olvido tradiciones e historias de Cantabria. Entre otros temas ha buceado por el pasado reciente de Oruña y por el del deporte cántabro por excelencia, los bolos.

De la política, que ve como una etapa de su vida que en algún momento tendrá un final, lo que más le gusta es el trato con el vecino. “Te hace conocer los problemas de otros que antes te eran ajenos y la gente te cuenta cosas con la esperanza de que resuelvas algunos de sus problemas. A veces se puede y otras no, pero este es para mí el mayor estímulo”. Gobierna un municipio complejo por la dispersión del vecindario. 24.000 habitantes en 84 kilómetros cuadrados. Y con él rompemos un tópico instalado en la mente de muchos de nosotros. Piélagos no es el municipio más grande de Cantabria. Es el quinto por habitantes y el dieciséis por extensión. Gracias Enrique por llevarnos y compartir con todos los lectores de El Tomavistas un lugar mágico y también por enseñarnos el alto del Cubo desde el que se tiene una panorámica estupenda de buena parte de Piélagos.

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