Buscando sus raíces cántabras

Hace unas semanas, Luis Casuso, seguidor de El Tomavistas nos contaba esta historia de emigrantes y de búsqueda de raíces.

“…Vuelve otra vez, hermano, a éste rincón querido, para que tus hijos vean dónde has nacido…”

Esto es un párrafo de los escritos íntimos de mi abuelo, Manuel G. Casuso, dirigido a su hermano Jose María, emigrado a Argentina, allá, por 1927.
Jose Mariá se casó, tuvo una hija y sucesivamente una nieta: María Isabel Ortiz Casuso
O simplemente, Marisa.
Creció, se licencio en biología e imparte clases en la universidad.
Llegó un momento en el que el deseo de saber su origen se hizo imperioso y motivada por el
” … para que tus hijos vean dónde has nacido …” anduvo buscando por la red, toda información relacionada. Y me encontró. A partir de entonces, preparé su primer viaje a Cantabria. Nos dimos un abrazo silencioso en la recepción del hotel y empezamos a desenrollar la madeja. Fuimos a Setien, al Bº Casuso y le poblamos mentalmente de escenas familiares, frente a la casa donde vivieron su abuelo y el mío. Y hablamos y hablamos y continuamos hablando.
La última vez que nos comunicamos por whatsapp, me decía “… ¿seremos tú y yo el último lazo que una a los casuso…” por aquello de los trasmisores varones del apellido. La conteste:
No te preocupes. Dentro de 50 años, en la recepción de cualquier hotel, alguien dira:
– Disculpe, no he podido evitar oir su nombre. ¿Casuso?
– Sí, Casuso
– ¡Ah ! Encantado, yo también soy Casuso.

Sirva esta historia de homenaje a todos los que se fueron y a todos los que tienen la necesidad de volver al arraigo.