Muergo de la bahía, pequeño, meloso. Hay cientos en estas maderas de Raos. Mala hora para enseñar este manjar. A la plancha, con limón y acompañado con una caña bien fresca. ¿Apetece?
muergos
¡Al rico muergo!
Fíjense, amigos, en el tamaño del muergo. Es más pequeño que un dedo. ¡Y la cantidad de docenas que reposan en las maderas del puerto! Hace escasas horas vivían en los arenales de la bahía santanderina. Están tan frescos que se mueven solos. Pero su suerte está echada. La plancha de algún restaurante de la ciudad es su destino. Se me está haciendo la boca agua.