Nos gustan las fuentes. Sentarse junto a ellas y escuchar el sonido del agua caer nos relaja. A ese señor que está sentado en el banco seguro que también. Quedarse mirando a una fuente es como mirar al fuego. Ambos te hipnotizan y llevan tu mente hacia lugares insospechados. Lo que no nos gusta nada es la estatua ecuestre de Franco. Incomprensible que se tardase tanto tiempo en quitar. Gracias a Cantabria y Santander en el recuerdo por regalar esta foto a todos los lectores de El Tomavistas de Santander.
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