Santillana del Mar
Un paseo por el pueblo de las tres mentiras
Ni es santa, ni es llana, ni tiene mar.
Las cristalinas aguas de Ubiarco
Santillana cuando las vacas bajaban al abrevadero de la colegiata
Los Picos de Europa enmarcados en la Torre de San Telmo
La ruina de una antigua atalaya medieval nos sirve de marco perfecto. Son las ventanas de la torre de San Telmo, en lo alto de la playa de Santa Justa. Por cierto, grafiteada. Las vistas son inmejorables. Verdes acantilados, un Cantábrico que hoy se ve azul turquesa y las cumbres de los Picos de Europa nevados.
La mujer que ese agua toma, en dos años protagoniza boda
Los claveles del aire de Santillana del Mar
Curiosidades. La planta que más se ve en Santillana del Mar son los claveles del aire. Esas bolas que cuelgan de muchas balconadas de la villa. Lo curioso es que no necesitan ni tierra ni raíces para vivir porque se nutren a través de las hojas. El agua la obtienen de la lluvia y la humedad ambiental por eso Santillana les va tan bien como hábitat. Las sales minerales y los compuestos orgánicos los sacan de animales minúsculos que transporta el viento.
Un sol y sombra en Santillana del Mar
Lavar la ropa en Santillana del Mar tenía premio
Lavar la ropa a mano. Frotar las prendas con jabón Lagarto en días de lluvia y frío con la humedad de Santillana del Mar atravesando los huesos. En la dureza de la labor había un resquicio para el disfrute. Alzar los ojos y mirar al frente. Detenerse en los detalles de La Colegiata. Admirar la belleza austera del románico.
La ermita de Santa Justa se esconde del temporal
La ermita de Santa Justa es una de las más singulares de Cantabria. Semiexcavada en una roca en la que se esconde de los temporales que entran a la playa de Santa Justa, en Ubiarco, entre Suances y Santillana del Mar. Tiene dos paredes y un tejado de una sola agua. Sobre ella, la torre de San Telmo.