Curiosidades. Una de las pocas sirenas completamente buenas de la mitología europea es cántabra. Ya sabéis que se las asocia con la muerte porque su canto irresistible llevaba a los marineros a la perdición. Pero la Sirenuca sólo hacía el bien. La leyenda dice que la bella muchacha cántabra, desobedeciendo a su madre, solía mariscar en los acantilados más peligrosos de Castro Urdiales para cantar al compás de las olas del mar. La madre cansada de esta situación, preocupada por lo que a su hija le pudiera suceder, llegó a maldecirla: ¡Así permita el Dios del Cielo que te vuelvas pez! La tradición dice que aún hoy en día la joven muchacha con larga y brillante cola de pez deja oír su canción a los navegantes perdidos entre la bruma avisándoles de que se acercan a los acantilados.
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