A los que nos gusta vivir en la contemplación los raqueros nos dan una envidia tremenda. Siempre mirando lo que pasa en la bahía. Que si un barco viene y otro se va, que si Peñacabarga hoy se ha puesto el sombrero, que si el pescador de al lado ha sacado un cachón, que si viene un turista y me acaricia… Viendo el paso del tiempo sin que les salga una arruga.