Un claustro para días lluviosos

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El claustro de la catedral de Santander es un buen lugar para refugiarse. De un mal día, de alguna compañía tóxica, de la lluvia. Y buscar un poco de paz. ¿Por qué no? Las iglesias, seas creyente o no, suelen ser lugares donde se respira buena energía. Están en calma. Este claustro tiene planta trapezoidal y se construyó durante la primera mitad del siglo XIV.