Visi, 75 años, y más de 40 vendiendo carnada en Santander. Al principio en la grúa de piedra y ahora frente al bar del Moro, al final de Marqués de la Hermida. Gusana roja, blanca, de tubo, muergo, almejas… “Soy la gusanera mayor del reino”, dice entre sonrisas, “también la más antigua” y presume de insignes clientes como Severiano Ballesteros o el mismísimo Revilla. Y después le sale el alma de poeta: “Trabajamos con la luna y las mareas”. Y más tarde el de meteoróloga: “El tiempo que hará nos lo dice la gusana. Si le cuesta salir viene malo y si es fácil cogerla viene bueno”. Cuánto oficio, por favor. Depende del coeficiente de las mareas se mueven de una ría a otra en busca del mejor género, que cuidan como si fuese un bebé. La gusana fina la arropan con serrín de chopo, que les alarga la vida. Y así, en tiempos de móviles, internet, tecnología y mucha prisa, hay quien todavía se gana la vida recogiendo bichos del mar y respetando los tiempos que marcan las estrellas. La vida sencilla.
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