Regma o cómo vender un millón de helados cada verano

regma-jaime-castanedoEl verano son momentos. Instantes de felicidad que uno se mete en el bolsillo para tirar de ellos cuando en invierno los días aprietan. Hay uno que busco cada agosto, cuando voy a Santander a pasar algunos días en familia y que nunca decepciona. Comerme un helado de Regma, después de haber pasado un día de playa en El Puntal y llegado a Santander en la lancha de Los Reginas. Me da igual esperar cuando hay cola porque ese helado siempre sabe a gloria. Como una es curiosa y ahora con El Tomavistas estamos empeñados en enseñar a la gente que hace las cosas bien en Cantabria se nos ocurrió, a Miguel Ángel Miguélez y a mi, poner cara al que lidera una compañía que nos da tanto placer. Jaime Castanedo (en la foto) nos abrió, gentil, las puertas de la nueva fábrica de Regma y nos contó una aventura empresarial que dura ya tres generaciones y cuyo éxito está basado en la filosofía de nuestros abuelos: trabajo, trabajo y más trabajo. “Somos una empresa clásica familiar, de gente discreta, que tiene como objetivo que la firma perdure en el tiempo y la mirada puesta en el largo plazo. El negocio es como un miembro más de la familia al que hay que darle cosas y mimar mucho”, nos dice Jaime, gerente de Regma.

Como muchas cosas en la vida Regma nació por casualidad. El abuelo Marcelino Castanedo, mecánico tornero encargado de la fábrica de hielo de la calle Bonifaz, se quedó en el año 1933 con la heladería de un italiano al que le reparaba las máquinas y al que no le iba demasiado bien el negocio. Tenía 35 años. Le compró la tienda y le dio un giro radical. Ofrecer producto fresco y de ingredientes naturales. Y acertó. “El abuelo era un tipo inquieto, muy enredador. Tenía mucha cabeza y muchas ganas de trabajar”, afirma Jaime. Así que cuando en el año 42 se le presentó la oportunidad de coger una confitería que se traspasaba pues se volvió a lanzar a la piscina. Y desde ahí se empezaron a construir las dos áreas de negocio principales de la compañía. La confitería y el helado. En aquel entonces se dedicaban también al frío industrial, con una fábrica de motores e instalaciones frigoríficas. Marcelino cumplió los 65 años y dejó paso a sus tres hijos. Regina y Margarita (RegMa) se quedaron en las tiendas y Jesús pasó a dirigir el negocio. Y el abuelo, seguro que sin saberlo, una vez más por pura intuición, empezó a trabajar con la tercera generación. Desde pequeños, criándolos cuando sus padres estaban dedicados a la empresa. “Este ha sido el mayor éxito. Al criarnos juntos siempre hemos sabido cuáles son nuestros roles y los talentos naturales de cada uno, las relaciones se han trabajado desde pequeños y no hay egoísmo, todo fluye natural y todos tenemos claro que por encima de todo está la familia”, asegura Jaime.

Desde hace un año, Regma ha dado un paso de gigante con la construcción de una nueva planta en Revilla de Camargo que ha multiplicado su capacidad de producción. Pueden fabricar hasta 12.000 litros de helado diarios. “Ahora ya podemos mirar al futuro de frente. Estamos trabajando en nuevos productos, en llegar más lejos e, incluso, en salir de España”. A Jaime se le iluminan los ojos cuando explica los planes de esta nueva etapa. “Queremos también crecer en repostería, con más artículos de producción artesanal y de mayor duración”. Dice de su abuelo pero a él también se le ve un tipo enredador. Y con los pies en el suelo. Muy pegado al suelo. “Para hacer la fábrica le hemos tenido que pedir dinero al banco. Pero poco. Siempre hay que tirar por lo bajo”. Y también con mucha capacidad de trabajo. “No recuerdo nunca haberme cogido un mes de vacaciones. Como mucho una semana”. Se ríe. 

Regma tiene ahora 25 tiendas abiertas, una en Asturias y otra en Aguilar de Campoo. Da trabajo a más de un centenar de personas y vende más de un millón de helados cada verano. Sí, un millón de esos enormes helados con los que te tienes que pelear para que no se derritan en la mano. La cantidad es una de las enseñas de la firma. “Es que no hay que querer ganarlo todo con un helado. Mejor que el cliente esté contento. Mejor ganar 5 céntimos que 15 por cucurucho y que vuelva. Es fundamental tener presente que el que come todos los días un helado sabe más que tú y que si le intentas engañar se entera”, asevera Jaime Catanedo. 

Con esta filosofía de vida y de gestión Regma tiene todo el futuro por delante. Un futuro en el que lograr muchas metas. Suerte y que nosotros las veamos.

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