Mil millones de veces hemos subido al faro a ver la mar y ha sido esta semana cuando nos hemos enterado de que hay un par de relojes solares en el recinto. Uno es esta esfera redonda de piedra que vemos en la imagen. Es una pena que esté en tan lamentable estado. Muy desgastado no se ven ni líneas ni números y en la columna que lo sostiene difícilmente se lee la leyenda ‘Sine Sole Sileo’, sin el sol me callo. A su lado hay otro reloj solar. Éste es horizontal y está lleno de líquenes. Ya no tiene la varilla que nos indicaría la hora. En su base, la inscripción ‘Ultima Forsa’, tal vez el último, en relación a la muerte y a que hay que vivir este momento como si fuera el último. Piti, el del quiosco, nos cuenta que en el pasado hubo otro vertical que robaron. Qué poco costaría mantener estas reliquias en mejor estado y con pequeños paneles que nos contaran su historia. Miles de turistas suben cada año al faro de Cabo Mayor. Miles de oportunidades perdidas de enseñar los rincones de Santander con un punto de romanticismo. Para que vuelvan.
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