Pirichi era el marido de Marilí. Con doce años ya corría por los pasillos del mercado de la Esperanza. Aprendía cada detalle para convertirse en un vendedor de primera. En 1963 abrió un puesto de pescado y mariscos que en 1975 especializó sólo en mariscos. Gambas, cigalas, langostinos, abrecantos, centollas, percebes, muergos, almejas, caracolillos, quisquillas… Falleció y Marilí cogió las riendas del negocio. Hasta hoy. Y lo que queda porque todo su producto es superior.
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