Hoy toca olas. Y chubascos. Hasta a las palomas se las ve asustadas. El mar se torna blanco y relame con fuerza las rocas de la Magdalena. El camello se esconde en las profundidades. Ni sacar la cabeza le apetece.
Un claustro para días lluviosos
El claustro de la catedral de Santander es un buen lugar para refugiarse. De un mal día, de alguna compañía tóxica, de la lluvia. Y buscar un poco de paz. ¿Por qué no? Las iglesias, seas creyente o no, suelen ser lugares donde se respira buena energía. Están en calma. Este claustro tiene planta trapezoidal y se construyó durante la primera mitad del siglo XIV.
¡Lo que nos gusta pescar a los santanderinos!
La trasera palaciega
Dice @miguelamiguelez que los martes, como echan Gran Hotel, suele dar una vuelta por el recinto de la Magdalena. Para enseñar puntos de vista que no salen en la tele. Como la trasera de palacio, construido por Gonzalo Bringas y Javier González de Riancho entre 1908 y 1912. El encargo fue municipal. El Ayuntamiento de Santander quiso regalar a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia una residencia de verano.
Tres cascarones en el Cantábrico
Echando el vuelo
San Martín se transforma
Hace unas semanas voluntarios de la Cruz Roja se despedían de la nave que les había dado cobijo durante años con una barbacoa. Unos meses antes charlé un rato con otro inquilino de un almacén aledaño. Estaba cortando unos tablones en su pequeño astillero para reparar una barca de Puerto Chico. Se lamentaba. Tendría que buscar un lugar semejante en las afueras de Santander. Seguramente en la zona de Raos. Acaban con todo, decía. San Martín se transforma para acoger el Mundial de Vela 2014. Las excavadoras trabajan sin descanso en la construcción de la nueva escollera.
El árbol tatuado que puedes pisar
Este árbol tatuado en el cemento preside la zona de las pérgolas del parque de Mataleñas. Si te hace ilusión lo puedes pisar, aunque es más gustoso tocarlo con la punta de los dedos. No hace tanto que este inmenso jardín pertenece a la ciudad. El Ayuntamiento de Santander compró la finca de Valdenoja a las herederas del armador y naviero Ángel Pérez en 1983. En su diseño trabajaron importantes paisajistas de principio del siglo XX, como Javier de Whintuysen o Jean C. N. Forestier.